Hemos creado un espacio tangible de encuentro entre todas, primero con un taller participativo donde el álbum familiar fue el protagonista y donde reflexionamos sobre el lugar donde vivimos mediante un mapa emocional. En él, la palabra y la escucha recuperaron su valor.

En un segundo día y después de haber recorrido los rincones del término municipal, realizamos la toma de retratos en lugares singulares de éste. También invitamos a las participantes a traer un objeto que les definiera, o al que tuvieran especial cariño, haciendo así otro retrato, esta vez “ausente”, que muestra el lugar que ellas ocupan en el mundo.

Y después de compartir esta energía creativa, mostramos el resultado en las calles de Arándiga, convirtiendo este lugar en un museo al aire libre y resaltando el valor de estas imágenes, no sólo por su interés estético, sino por formar parte de un diálogo de cambio y crecimiento.